12.4.07

Košická Kronika V - Viaje a Budapest

Bueno, pues segundo viajecillo por la zona. Esta vez ha sido Hungría, de viernes a lunes. Budapest está sólo a tres horas de Košice, así que había que aprovechar que era Semana Santa y plantarse allí. Y vaya si lo hicimos. El quinteto mágico (en la foto de abajo) se plantó tempranico en Budapest, y de ahí a patearse toda la ciudad.


Junto al Parlamento

El primer día nos dedicamos a tomar contacto con el sitio. Vimos la sinagoga de la calle Dohány, la Basílica de San Esteban, el Parlamento y andamos en general por esa zona de la ciudad. Los tres días nos hizo un tiempo muy bueno, así que pudimos andorrear y patearnos todo a tope. La ciudad se divide en tres distritos: Buda (al margen oeste del Danubio), Pest (al margen este del Danubio) y una pequeña isla en medio, muy pequeña. Nosotros teníamos el hostal en Pest, pero fuimos a (casi) todos lados andando, así teníamos luego el cansancio que teníamos.


Dos en la Basílica de San Esteban


Basílica de San Esteban desde arriba

Después de ver esos lugares nos tomamos algo dulce por la calle, nos duchamos y nos cambiamos en el hostal y nos fuimos por ahí para ver qué tal la noche. De lo que queda de día hay que destacar la gran cerveza Skol, que me ha recordado mucho a los tiempos en que se podía probar en Jaén la Budweiser de barril. Buenísima cerveza. A propósito, el precio de medio litro de cerveza en Budapest no pasa de los 400 fiorintos (1.50€ más o menos), y si pasa es porque el sitio es de bastante nivel ya. Total, que para el primer día ya era bastante; nos fuimos al hostal a descansar para el sábado.

El segundo día cruzamos el Danubio hacia Buda. Esta parte es más clásica y en general menos moderna que Pest, y eso se nota desde que cruzas cualquiera de los puentes. Lo primero fue subir a la Colina de Gellért a pie, desde donde hay unas vistas de toda la ciudad impresionantes. Estuvimos mucho rato por esa zona, incluída la Ciudadela, que está en lo alto de la colina, y después nos fuimos (siempre a pie) hasta el Castillo de Buda. Por cierto, qué plaga de españoles por todos lados.


Vistas desde la Colina de Gellért


Nana en el castillo

Con este castillo pasa como con el de Praga: uno piensa antes de verlo en un castillo de los típicos, pero ni mucho menos. Se trata más bien de una serie de edificios reunidos dentro del mismo recinto en vez de una fortaleza como estamos acostumbrados en España. En el Castillo de Buda, por ejemplo, estuvimos en la Iglesia de Matías, el Bastión de los Pescadores y vimos desde fuera otros edificios; es una zona enorme. Yo desde luego me quedo con el Bastión de los Pescadores y las increíbles vistas que tiene hacia la parte de Pest. El Bastión tiene un pasillo que recorre el borde exterior, y ahí, en vez de estar reservado para turistas, hay un bar. Por supuesto, ni se nos ocurrió sentarnos. Yo simplemente entré y, mientras un camarero me decía tres "Hello", yo le respondí otros tres "Hello" y me fui asomando para recrearme bien. No sé si quedé como muy apañao o como un rata, pero vamos que mereció la pena, jejeje.


En el Bastión de los Pescadores

A estas alturas llevábamos ya unos cuantos kilómetros andados desde la llegada el día anterior, así que tranquilamente nos fuimos bajando y buscamos un restaurante. Para la siguiente vez en Budapest, queda anotado montarnos en el funicular, que nos lo saltamos a la torera y tiene que ser una experiencia.

Esa tarde habíamos pensado ir a probar algunas de las famosas termas, así que nos metimos en el metro porque la distancia era considerable y nos pusimos a buscar por dónde tirar. Nos compramos nuestros billetes y nos metimos, hicimos el viaje, y al salir nos piden los billetes unos revisores. Se los enseñamos y, como no estaban picados, una multa de 2500 fiorintos por cabeza (2500 x 5 = 12500). Esto es lo peor que vimos de la ciudad: primero, los revisores hablan el mismo inglés que Canduterio el de Cruz y Raya. No había forma de hacerse entender y explicarles que los habíamos comprado hacía 5 minutos. Segundo, la que nos vendió los billetes, menos inglés todavía. Ni nos advirtió nada de picar billetes y para enterarnos de cómo funciona el metro este hubo que echar un rato, todo con gestos. Tercero, cada billete sencillo 1€ y por cada vez que uno se cambia de línea 1€ más. Cuarto, el billete expira a los 60 minutos (¿?). Y quinto, los revisores van descaradamente a por los turistas. En resumen, echamos un rato maravilloso en el subdesarrollado metro de Budapest y por fin llegamos a las termas (que, por cierto, estaban cerradas ese día, jajaja).


¿Nativos de Budapest o turistas?

Como estábamos en el Parque de la Ciudad aprovechamos para ver lo que hay allí, que es mucho y muy chulo. Sobre todo nos centramos en el Castillo de Vajdahunyad, que es un conjunto de capillas, restos de edificios antiguos y estatuas junto a un parque enorme donde hay gente haciendo deporte o con los perros. Aquí se encuentra la Estatua de Anónimo, que fue donde definitivamente nos aperramos y decidimos que por hoy se había acabado ya. Total, que de vuelta por la Plaza Héroes, enorme y obligatorio de ver, y por la Calle Andrássy, una avenida enorme y muy elegante, con casas y construcciones clásicas chulísimas a ambos lados. Llegamos al hostal, ducha, cena y cama.

Y ya el domingo, último día, fue otro intento en vano por ir a las termas. Esta vez estaban abiertas pero llenas. A propósito, que ninguno llevábamos ropa de baño, pero es que aquí se alquilan los bañadores, las chanclas, las toallas...eso nos hemos quedado con las ganas de verlo, y se queda también para la próxima. En lugar del baño, nos dimos una vuelta tranquilamente por la zona de la Plaza Héroes y demás y fuimos buscando un buen sitio para comer.

El caso es que esta vez queríamos probar algo típico de aquí, y que cosa hay más típica que el goulash. Fuimos en busca de un sitio con buena pinta y después de un par de vueltas lo conseguimos encontrar. Aquí probamos la cerveza Dreher, también húngara y buenísima. No sabría si quedarme con ésta o con la Skol. Y la comida en sí muy buena también, mucha carne contundente más el goulash. Qué vida más dura...


Poniéndonos morados con comida húngara

Esa tarde nos tomamos un cafelete con calma (cafés diminutos, oiga), y más tarde fuimos a la zona del río para verla de noche. Había un ambiente que no veas, y eso que era domingo por la noche. Sobre todo un mercado de cerámica y comida al estilo medieval que te abría el hambre nada más acercarte. Como estábamos por la zona cenamos un gyros, que se pueden conseguir por todos lados, y me compré un dulce en uno de los centenares de puestos que hay por la calle. No me esperaba que estuviera tan bueno, pero no sabría describir a qué sabía, sólo que era muy contundente.


Con el Puente de las Cadenas
de Széchenyi de fondo

Y así se acaba el viaje. A la mañana siguiente cogimos un tren regional a las 6 de la mañana y nada, hasta otra. Como sensación general, Budapest me pareció una ciudad de edificios impresionantes, muy grandes, con arquitectura a lo grande. También tiene distancias muy grandes, con bastantes jardines y avenidas enormes. Sin embargo, la gente resulta antipática y poco colaboradora en general, cosa que según mis fuentes forma parte de la fama de los húngaros. Quizás por eso aquí en Eslovaquia se les tiene tanta manía. Igualmente, demasiados indigentes por las calles, por todos lados. No sé si es normal allí o es que yo me fui topando con todos, pero en fin, así fue.

11.4.07

Campeones ULEB

Ea, ¡al fin un título! 75-87 contra el Lietuvos Rytas y algo para la saca este año. En fin, no es que resulte un título imprescindible, pero para los tiempos que corren se agradece. Vaya tiempos en los que con un tal Sabonis se ganaban ligas europeas...

En fin, Charles Smith MVP con 19 puntos y unos cuantos triples, pero a mí lo que más me alegra es que Plaza ha conseguido un título, porque tiene un estilo que me gusta, y es justo que se haya llevado algo. A ver si a esto le sigue algo de más...sustancia.

Al menos el año que viene hay plaza de Euroliga asegurada, que yo creo que es casi igual de premio que el título en sí.



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