14.10.05

The London Chronicles - Vol. IV

Sábado 24

Ay, qué pena. Este día ya nos íbamos dando cuenta de que al asunto le quedaba menos. El plan fue algo más tranquilo que los tres días anteriores, pero, como siempre, salimos tempranito (esta vez en metro) y tiramos hacia el Museo Británico.

Veamos, quizás pueda resumirlo en dos palabras: un robo. Sí. He podido resumirlo. Es un edificio enorme, así que tuvimos que ir rapidito, aparte de que no queríamos perder demasiado rato allí. Y, bueno, lo típico: la piedra Rosetta, frisos del Partenón, la cabeza en bronce de Augusto, muchas momias, etc. Mucha gente y demasiadas cosas de otros países. Personalmente, creo que ha venido bien que los británicos en su momento se llevaran ciertas cosas, porque las han preservado tanto del paso del tiempo como de posibles daños o robos de guerras, etc. Pero también creo que ya ha llegado el momento de que todas esas piezas vuelvan a su lugar de origen. Esperemos que algún día sea así.

De ahí a un lugar con muchísimo encanto: Covent Garden. Como dijimos en la entrega anterior, de noche nos habíamos pasado y no había mucho que ver. Bien, pues cuando volvimos eso era un hervidero de gente. Ya comentamos que en teoría es el lugar donde se centran los artistas y personajes con algo que decir, y así era. Cada 100 metros había un grupete tocando música en directo, un gachón haciendo malabarismos, otro contando historias...en fin, de todo. Había también muchos puestos de comida llamativos y también tiendas de música. Recuerdo una que era de coleccionistas y había cosas increíbles, como una gramola decorada al estilo el submarino amarillo de los Beatles, una foto única de la película "The Man Who Fell to Earth", protagonizada por Bowie o unos vaqueros reales con la portada del "Sticky Fingers" impresa. Por supuesto, todo eso fuera del precio que yo llevaba en mente.


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Para ir ahorrando tiempo, después de dar unas vueltas por allí nos dimos un paseo hasta Trafalgar Square de nuevo. En la iglesia St. Martin-in-the-Fields, en una de las esquinas de la plaza, fuimos a las 19:00 a ver un concierto de música clásica. Sonaron Vivaldi ("Las Cuatro Estaciones"), Bach y Händel. Sin palabras. Gran concierto, pero por aquí poco puedo decir. Simplemente que muy bueno.

Una vez acabó el concierto, hacia las 21:00, nos pasamos por Piccadilly y alrededores para ver cómo es la noche londinense. Ufffffffffff, muchísima gente. Mucha, mucha, mucha. Había colas para entrar a todas las discotecas, los pubs a tope y parecía que eran las 3 de la mañana de España. Era un ambiente diferente, y se notaba que los ingleses llevaban ya bebiendo más de una hora. Nosotros elegimos el pub "The Blue Posts" y nos tomamos unas pintas, justo antes de que dejaran de servir (a las 23:00). Como borrachos hay en todos lados, a mí me tocó uno al lado y se puso a contarme que en breve iban a quitar la prohibición de dejar de servir a las 23:00, lo cual era toda una alegría para él. Eso que yo entendiera. A propósito, un plato de aceitunas en dicho pub costaba 1.80£, que no está nada mal cobrado.

Volvimos por el centro de nuevo para ver cómo iba la marcha y en la primera boca de metro nos subimos y a descansar.

Adieu!


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