17.10.05

"Nanas de la cebolla"

La semana pasada se celebró en Jaén una jornada sobre Recuperación de la Memoria Histórica. No sé por qué pero la memoria histórica en España en general parece ser nula. No aprendemos del pasado ni tomamos nota. Igual que esto es así en general, Jaén no iba a ser menos. En este caso la excusa para esta jornadas es la polémica que ha habido tanto tiempo sobre qué hacer con la antigua cárcel, que finalmente será derruída para hacer en su lugar el Museo de Arte Ibérico. El caso es que en esa cárcel hubo en su momento muchos presos políticos por culpa de la dictadura de derechas y por eso se ha pensado que acordarse de esa gente no estaba de más.

Los actos fueron el lunes 10 de octubre y por la mañana dieron charlas personajes como Saramago. Los actos terminaron con un concierto esa noche en el que participaron Hilario Camacho, Navajita Plateá, Pablo Guerrero o Caco Senante. Éste último interpretó una versión cantada del poema de Miguel Hernández "Nanas de la Cebolla". Miguel Hernández, como los homenajeados en estas jornadas, pasó mucho tiempo de una cárcel a otra por pensar de forma diferente hasta que murió en una prisión de su Alicante natal. A los 32 años. Estas son las "Nanas de la Cebolla", que el poeta dedicó a su hijo, al que no podía ver por estar entre rejas:


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tu días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.

¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.


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